Según el CIS (Centro de Investigaciones
Sociológicas), actualmente, un tercio de los españoles encuestados reconoce que
no lee libros nunca o casi nunca.
El CIS mantiene que la mitad de los españoles
no ha comprado un libro en en los últimos 12 meses. Aunque este dato puede
llevarnos a error pues hay quienes tan sólo lo compran para regalo para alguien
o lo tienen en la estantería de casa como un accesorio. Y, en el lado
contrario, estarían aquellos que los descargan ilegalmente y no constan como
compradores. Dejando la compra a un lado, o para otro post, me centraré a
continuación en la lectura en sí.
Desde donde escribo, me está siendo muy
complejo encontrar personas que quieran unirse al grupo de lectura porque la
lectura no está entre sus costumbres habituales.
La causa principal es la falta de tiempo.
Si bien es cierto, que los quehaceres diarios ocupan gran parte del día, a
quienes nos gusta leer encontramos tiempo para ello. Cuando estaba en plenos
exámenes universitarios, ocupaba los descansos de estudio en leer el quinto
libro de Harry Potter, pues me tenía
enganchada y desconectaba lo justo para no despistar a mi cerebro de lo que
estaba estudiando.
Normalmente, los lectores españoles se han
situado en Barcelona y Madrid por ser las dos ciudades donde se consume más
tiempo en transporte público en ir y
volver al lugar de trabajo; sin embargo, estos lectores han disminuido muy
ligeramente por el uso de las aplicaciones del móvil para chatear ha hecho que
muchos de aquellos “lectores por pasatiempo”, hayan decidido moverse entre
transbordo y transbordo contestando las decenas de mensajes diarios de chat o
jugando.
Hay que señalar y destacar, que en España
se invierte en que la lectura sea más accesible para todos: hay multitud de
bibliotecas, de centros culturales, los biblio-bus, bibliotecas en la red de
metro donde puedes coger y dejar el libro en diferentes paradas;al menos en la
Comunidad de Madrid llevan y recogen a domicilio libros cuando superas el 33%
de discapacidad.
La llegada de los iBook ha hecho que el
lector pueda ir más cómodo con un libro menos pesado a su destino y personas
que antes no leían, ahora sí lo hagan.
Personalmente, me gustaría que en la
sanidad existieran libros accesibles para los pacientes y sus acompañantes.
Pero, España, culturalmente, no somos un
país lector pues desde pequeños no hemos visto a nuestros padres leer. España
es un país ocioso por climatología y gusto por actividades de grupo y/o
deportivas.
Un hecho digno de mención es que en la
Biblioteca Nacional no pueden entrar menores de 18 años. Me enteré de esto hace
poco porque un niño de unos 11 años se quejó en su propio blog de no poder
acceder a ella pero que, según su propia moral, no se ponía ningún impedimento,
por su edad, en entrar en otro tipo de espectáculos y recintos.
Las entrevistas a escritores de libros de
investigación o de novela, entre otros, suelen ser por la mañana, entre semana,
en canales con poca audiencia. (Los libros morbosos o basados en personajes
populares ocupan espacios de mayor audiencia pero también, ocupando, a lo sumo,
unos minutos).
Además de todo esto, los niños que
comienzan a leer en los colegios, con 5 o 6 años, lo hacen de forma
obligatoria, como si de un castigo se tratase: 10 minutos diarios con la alarma
del reloj puesta.
Todo esto conlleva, a que asociemos la
lectura con un pasatiempo, con algo aburrido. No como algo que nos ayuda a
viajar con la mente, a aprender, a poder crear, y, sobretodo, a pensar por nosotros
mismos.
El lector habitual español medio por
placer suele ser mujer de cualquier edad, con tendencia a la novela.
Desde hace varios lustros el periódico más
vendido en España es un periódico deportivo, con mucha diferencia sobre el
segundo en ventas, también deportivo).
El resto de lectores habituales suelen ser
personas que por trabajo lo necesitan para crear, por ejemplo, obras de teatro,
cine, tv, otros libros, etc.
Existe una minoría muy
interesante, al menos para mí, en los que me he fijado son los jóvenes
adolescentes a los que les gusta la música rap, que leen para adquirir
vocabulario, leen literatura y consultan diccionarios; y, así, junto a su
propia inspiración, tienen base y conocimiento de multitud de palabras y saben
expresarse con poemas sonoros. Por ejemplo, el rapero Eminem tiene cajas y
cajas llenas de escritos.
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